La experiencia sinodal según el Proyecto de Vida Apostólica

"La experiencia sinodal en el Proyecto de Vida Apostólica de los Salesianos Cooperadores: comunión, misión y participación"

La experiencia sinodal según el Proyecto de Vida Apostólica

Material proporcionado de la reflexión del Padre Rafael Andrés Borges, SDB para el Retiro Espiritual de los Salesianos Cooperadores de la ciudad de Valencia 

(Venezuela, 25 de marzo de 2023) 

El camino evangelizador de la Iglesia es una experiencia constitutiva porque forma parte de su identidad; Jesús llamó a sus discípulos y conformó a los doce apóstoles para que estuvieran con Él y participaran de su misión, transitando juntos los senderos de la humanidad para el anuncio del Reino de Dios en sus contextos culturales y geográficos. Por eso mismo, la misión evangelizadora, el sentido de la Asamblea de los bautizados en Cristo, se desarrolla por medio de la comunión y la participación; antes de ser una logística o una planificación pastoral, es un dinamismo de fe que forma parte del misterio y la gracia de ser parte de la Iglesia de Jesucristo.

Esta reflexión hoy se inspira en las palabras claves de la experiencia sinodal en la Iglesia: comunión, misión y participación[1]; las vamos a resaltar en los Estatutos del Proyecto de Vida Apostólica (PVA) de la Asociación de los Salesianos Cooperadores[2]

La experiencia sinodal es caminar juntos, como hermanos, al encuentro del Señor; y tiene su raíz en la gracia del Bautismo (cf. Proemio, a; 32.1); desde esa fuente, el PVA ofrece un camino de santificación en el ejercicio de la caridad en la dedicación al trabajo por las salvación de la humanidad y de la creación (cf. Proemio, c; Est, 2.2; 7c; 8.4; 9.1; 27.1.3; 41)[3].

 Comunión

La Pía Unión de los Cooperadores Salesianos es en la Iglesia, uno de los numerosos modos que inspira el Espíritu Santo para vivir la gracia y la tarea de la koinonía; por la mediación de San Juan Bosco, irradió la caridad educativa del Buen Pastor (1a; 3.3; 4.1; 10; 14.1b).

San Juan Pablo II nos dejó, como parte fundamental de su legado y testimonio, la espiritualidad de la comunión[4]; al explicarla, se remontó a la vida trinitaria. El PVA lo deja plasmado cuando establece una de las actitudes propias del Salesiano Cooperador: sentir a Dios como Padre y amor que salva; encontrar en Jesucristo a su Hijo Unigénito, apóstol perfecto del Padre; vivir en intimidad con el Espíritu Santo, animador del Pueblo de Dios en el mundo (2.2a).

La Asociación vive una especial relación de comunión con la Sociedad de San Francisco de Sales (5b) y con los demás grupos de la Familia salesiana de Don Bosco (6).

La experiencia de comunión se refleja en varias dimensiones: con el testimonio de la pobreza evangélica, los Salesianos Cooperadores administran los bienes que se le confían con criterios de sobriedad, a la luz del bien común y la justicia, para construir un mundo más fraterno que reconoce y promueve los derechos de todos, especialmente de los más débiles; la sexualidad es vivida desde el evangelio, orientada a la delicadeza y a una vida matrimonial o célibe íntegra, gozosa, centrada en el amor (7b).

En el corazón, un compromiso: realizar el ideal evangélico del amor a Dios y al prójimo en las condiciones ordinarias de vida (8.1), con un estilo de relación marcado por la amabilidad y el clima familiar (18).


Los Salesianos Cooperadores promueven y defienden el valor de la familia, como núcleo fundamental de la Sociedad y de la Iglesia y se comprometen a construirla como Iglesia doméstica. Los Salesianos Cooperadores casados viven en el matrimonio su misión de cooperadores del amor de Dios creador y primeros y principales educadores de los hijos, según la pedagogía de la bondad propia del Sistema Preventivo de Don Bosco (8.3; 11).

En el apostolado juvenil se favorece un ambiente familiar en el que el diálogo constante, la presencia animadora, el acompañamiento personal y la experiencia de grupo ayudan a percibir la presencia de Dios (10.2).

El Salesiano Cooperador, viviendo la espiritualidad salesiana, promueve una experiencia práctica de comunión eclesial (14.2).

La vocación apostólica común y la pertenencia a la misma Asociación hacen a los Salesianos Cooperadores hermanos y hermanas espirituales. Unidos con un solo corazón y una sola alma viven, en efecto, la comunión fraterna con los vínculos característicos del espíritu de Don Bosco. Participan con alegría en la vida de familia de la Asociación para conocerse, crecer juntos, intercambiar experiencias de fe y elaborar proyectos apostólicos. Promueven la vida asociativa, acogiéndose recíprocamente (21).

La fidelidad vocacional del Cooperador está sostenida por el afecto y la solidaridad de los demás miembros de la Asociación y de la Familia Salesiana (30.1).

La Asociación es el instrumento para vivir la comunión plasmada en el PVA (33; 34)

 Misión

El Espíritu Santo inspiró el carisma salesiano para contribuir en la Iglesia a la salvación de la juventud: es la misión (1a; 4.1b).

Para responder a esa vocación apostólica, la Asociación de Salesianos Cooperadores asume un modo específico de vivir el evangelio y de participar en la misión de la Iglesia (2.1).

Los Salesianos Cooperadores se reconocen discípulos llamados y enviados a una misión concreta: contribuir activamente en la Iglesia para la salvación de la juventud, comprometiéndose en la misma misión juvenil y popular de Don Bosco (2.2a; 4.1b; 6).

Inspirados por el espíritu de las Bienaventuranzas, el compromiso es evangelizar la cultura y la vida social (7a); con la misericordia que abre el corazón a todas las miserias materiales y morales e impulsa a actuar con caridad pastoral. El propósito se orienta a ser constructores de paz en un mundo agitado por la violencia y los odios de clase (7b)


Los Salesianos Cooperadores realizan su apostolado a través de los compromisos cotidianos; discípulos de Cristo, que vino a servir, se comprometen a realizar el ideal evangélico del amor a Dios y al prójimo en las condiciones ordinarias de vida (8.1); practican la Doctrina Social de la Iglesia y la comunicación social para promover caminos educativos (8.4).

Sostienen la actividad misionera de la Iglesia y se comprometen por la educación en la universalidad como apertura al diálogo entre las culturas (8.5; 11).

El Artículo 9 despliega el servicio misionero para el Salesiano Cooperador: lleva por todas partes el compromiso de educar y evangelizar, para formar honrados ciudadanos, buenos cristianos y un día afortunados moradores del cielo, convencidos de estar siempre en camino hacia una mayor madurez humana y cristiana. Para ello, comparten con los jóvenes el gusto de vivir con autenticidad los valores de la verdad, la libertad, la justicia, el sentido del bien común y el servicio; los educan para encontrar a Cristo resucitado en la fe y en los Sacramentos, para crecer como hombres y mujeres nuevos. De ahí el compromiso de ayudar a los jóvenes a madurar un proyecto de vida para testimoniar su presencia cristiana y salesiana en la Iglesia y en la Sociedad (9).

Con el Sistema Preventivo de Don Bosco, los Salesianos Cooperadores promueven de diversos modos el bien y educan en el amor a la vida, a la responsabilidad, a la solidaridad, a la comunión de bienes, a la capacidad de compartir y a la comunión (10.2; 11). El Salesiano Cooperador se compromete a promover el humanismo salesiano para construir razones de esperanza y perspectivas de futuro para la persona y la Sociedad (14.1b).

Por la gracia de la caridad apostólica y pastoral, se hace presente entre los jóvenes la misericordia del Padre, el amor salvífico de Cristo y la fuerza del Espíritu Santo. Don Bosco la expresó en el lema: Da mihi animas, cetera tolle; la significó en el nombre de Salesianos, escogiendo como patrono a San Francisco de Sales, modelo de humanismo cristiano, de entrega apostólica y de amabilidad, promotor de la espiritualidad de los laicos (15.1).

Los Salesianos Cooperadores se sienten íntimamente solidarios con la sociedad en la que viven y en la que están llamados a ser luz, sal y fermento. Creen en los recursos interiores de la persona. Comparten los valores de su propia cultura y se comprometen para que sea guiada por el humanismo cristiano. Promueven las novedades con sentido crítico cristiano. Integran en su vida todo lo que es bueno, poniéndose a la escucha, sobre todo, de los jóvenes en el discernimiento de los signos de los tiempos (16.1).  Frente a los retos y dificultades socioculturales asumen una actitud crítica y constructiva. Se comprometen a difundir en la Sociedad una cultura cristiana y ética de la acogida y de la solidaridad (16.2).

Con la Promesa Apostólica el Salesiano Cooperador está dispuesto al servicio de la misión de la Iglesia (30.1).

La Asociación es el instrumento para vivir la misión plasmada en el PVA (33; 34).

 Participación

Inspirado por el Espíritu Santo, Don Bosco amplió la energía apostólica del carisma salesiano con la constitución del tercer grupo de su familia apostólica, los Salesianos Cooperadores; participan así del patrimonio espiritual que Dios dio a la Iglesia por medio de san Juan Bosco (1a; 4.1; 5; 14.1b).

Para responder a la vocación apostólica, los Salesianos Cooperadores asumen en su secularidad, un modo específico de vivir el evangelio y de participar en la misión de la Iglesia (2.1); corresponsables de la vitalidad del proyecto de Don Bosco en la Iglesia y en el mundo, los Salesianos Cooperadores aportan a la Familia Salesiana los valores específicos de su condición vocacional (5; 12).

Los Salesianos Cooperadores se comprometen en la misión juvenil y popular de la Iglesia; trabajan en colaboración por el bien de la Iglesia y de la Sociedad de forma fraterna y asociada (6; 12).


Por el bautismo estamos radicados en Cristo, participamos de su gracia; es una conciencia que necesitamos avivar, llamados a la perfección del amor, para vivir y dar testimonio de una vida según el Espíritu, como fuente de alegría, paz y perdón; con el ejercicio de nuestra libertad, obedecemos al plan de Dios (7). Por esto, los Salesianos cooperadores santifican su existencia en lo cotidiano y fortalecen su acción en la unión con Dios (17), con la oración y la liturgia sacramental (19).

Los Salesianos Cooperadores participan con alegría en la vida de familia de la Asociación para conocerse, crecer juntos, intercambiar experiencias de fe y elaborar proyectos apostólicos. Promueven la vida asociativa, acogiéndose recíprocamente (21); cada quien se siente responsable de la misión común y la desarrolla según sus condiciones de vida, capacidades y posibilidades, dando su valioso apoyo. En la Asociación se comparte la corresponsabilidad educativa y evangelizadora. Todos participan en las reuniones de programación y revisión de las distintas actividades, según la decisión de los responsables. Quienes están llamado a desempeñar cargos de responsabilidad, se comprometen a atender a los demás con fidelidad y espíritu de servicio; con responsabilidad y sentido de pertenencia, sostienen la autonomía económica de la Asociación para que pueda desarrollar su misión (22).

La comunión y la colaboración quedan también atendidas respecto a los demás grupos de la Familia Salesiana de Don Bosco, incluso con las demás asociaciones laicales del territorio cercano al propio Centro (23; 25).

El mismo sentido de pertenencia a la Asociación refleja el grado de convicción vocacional, como experiencia de fe en Cristo y de comunión eclesial (28); colaborando intensamente en las iniciativas apostólicas promovidas también por otras organizaciones eclesiales, religiosas y civiles (30.1).

La Asociación en su organización institucional, con las instancias de animación y coordinación, es el instrumento para vivir la misión plasmada en el PVA (33; 34).

 Una valiosa herencia (Art. 13)


El Salesiano Cooperador acoge el espíritu salesiano como don del Señor a la Iglesia y lo hace fructificar según su propia condición laical o ministerial (14.1).

Guiado por el Espíritu Santo, Don Bosco vivió y transmitió a los miembros de su Familia un estilo original de vida y de acción: el espíritu salesiano.

El espíritu salesiano es una típica experiencia evangélica, que tiene su fuente en el mismo corazón de Cristo, que impulsa a la entrega y al servicio a los que lo viven.

Se alimenta con el compromiso de la caridad apostólica, principio interior dinámico que unifica la pasión por Dios y la pasión por el prójimo.

Se sustenta en una espiritualidad sacramental, que se concreta en vivir con alegría y optimismo lo cotidiano y en un servicio responsable en la comunidad eclesial y en la Sociedad civil.

Requiere una exigente metodología ascética expresada con un rostro sereno y alegre como respuesta a la invitación de Don Bosco: trabajo y templanza.

 Asumir estas actitudes bautismales es el norte del proceso formativo que ofrece la Asociación con la inspiración y por la acción del Espíritu Santo[5] (27; 29; 32.2).

En la oración de la Promesa vienen expresadas las alianzas bautismales para vivir en la Iglesia sus dimensiones de Pueblo de Dios en camino de comunión, misión y participación; se trata del compromiso para ser fiel discípulo de Cristo en la Iglesia, trabajar por el Reino de Dios, especialmente con la misión juvenil y popular, en colaboración con la Iglesia local  y las demás fuerzas vivas apostólicas de la Familia salesiana (32.2)

Nos entregamos a la Virgen Inmaculada y Auxiliadora, guía de nuestra vocación apostólica, para ser verdaderos cooperadores de Dios en la realización de su designio de salvación. Pedimos a María, Auxiliadora y Madre del Buen Pastor, la ayuda y la fuerza necesaria para la salvación propia y de los jóvenes (14.3). Imitamos a María, cooperadora en la misión salvífica de su Hijo, el Salvador de la creación (20).

 








[1] Su Santidad FRANCISCO, Discurso para el Inicio del Proceso Sinodal (Roma, 9 de octubre de 2021)

[2] Se hace una lectura continuada de los Estatutos del Proyecto de Vida Apostólica (PVA), resaltando las expresiones explícitas y las referencias tácitas referidas a la comunión, la misión y la participación. Estas tres experiencias responden a dimensiones de la Iglesia, por lo que de igual modo se entretejen también en el PVA de la Asociación. En la estructura de los Estatutos, el capítulo II se dedica al compromiso apostólico, mientras que el capítulo IV define la comunión y la colaboración del Salesiano Cooperador.

[3] De ahora en adelante se omite la abreviación Est: solo se indican los números de los artículos del PVA; las letras refieren el párrafo del artículo citado.

[4] San Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 43.

[5] Se hace referencia al misterio de la Santísima Trinidad, por la comunión de amor entre las tres Personas, por la misión con la que ofrecen su amor a la humanidad y por la manera como participan en la salvación de la creación.

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