Sinodalidad: comunión, participación, misión (Ponencia de Antonio Boccia)

 

La palabra "sinodalidad” se ha convertido ahora en un estribillo, un eslogan, una contraseña para acceder a la asamblea eclesial en el cumplimiento de las expectativas.

Es muy evidente la voluntad del Papa Francisco que, el 9 de octubre de 2021, inició en el Vaticano el camino mundial de reflexión y estudio "Por una Iglesia Sinodal" que culminará con la celebración de la Asamblea Plenaria del Sínodo de los Obispos en octubre 2023., y luego pasar a la fase de solicitud.

El objetivo del camino sinodal es involucrar a todo et Pueblo de Dios de manera capilar, para la escucha dentro de la Iglesia católica y fuera de las demás Iglesias, así coma a las diferentes creyentes ya las que no creen.

Los temas identificados para este camino son: comunión, participación, misión.

Refiriéndose al teólogo Yves Congar, el Papa invita a todos a dar vida a una "Iglesia diferente", que no quiere decir a "otra Iglesia".

Se trata de una gran necesidad de renovar el tejido eclesial, innovando sin romper con el pasado e identificando nuevas formas de vivir la pertenencia sin sobrevolar la cabeza de los creyentes.

De hecho, existe un riesgo real de que las expresiones altisonantes se queden en términos un tanto abstractos si no se cultiva una práctica sinodal.

¿Será realmente posible instaurar en la práctica un estilo cada vez más participativo y comunitario en la vida eclesial, en todos los niveles?

¿Cómo   conjugar las diferentes sensibilidades, los diferentes dones y enfoques   para   llegar a   ser verdaderamente "compañeros de camino" en la aventura de la Iglesia y de toda la humanidad?

¿Y nuestro papel como Asociación de los Salesianos Cooperadores y Familia Salesiana?

El trabajo a realizar no es un proyecto a corto o mediano plazo. Toma años y posiblemente generaciones. Se trata de difundir en todos los grupos de la Familia Salesiana específicamente lo que nos concierne más de cerca y más en general, en los movimientos, parroquias, un estilo de confrontación capaz de aceptar ideas diferentes, a veces incluso contrapuestas, pero sin perder ese espíritu evangélico. del respeto a la persona que prima sobre la defensa 'independientemente' de las ideas personales, políticas y religiosas.

Sin embargo, debemos ser honestos al decir que comenzamos este camino con la conciencia de que el pueblo creyente no está acostumbrado a esto, ni la jerarquía eclesiástica ni los fieles laicos.

Por eso tratamos de entender cómo, como laicos, podemos hacer nuestra contribución.

 

                        LOS ORÍGENES - UN SUEÑO CON AROMA DE PROFECÍA

De un artículo publicado en ANS en noviembre de 2020 titulado:  "Don Bosco, el hombre de Dios que siempre pedía ayuda a todos"

"Siempre he necesitado de todos”, decía a menudo Don Bosco.

inolvidable, aquella tarde fría del 3 de noviembre de 1846, aquel cura y su madre que llegan después de caminar cuarenta kilómetros.  Él con el breviario bajo el brazo y un pequeño equipaje, algunas cosas. Su madre lo sigue en la aventura un tanto loca. EI no la había obligado. Amaba a mamá. Pero mamá lo amaba aún más. Y no dudó: “Juan , voy contigo”.

Fue ayudado por laicos, hombres y mujeres, y por sacerdotes amigos, que colaboraron con él de muchas maneras.

Sobre todo, contó con la inestimable ayuda de su querida madre, Mamma Margherita. Me gusta decir, creo que, con valor histórico, que juntas fundaron el Oratorio, pues a la delicadeza maternal de la madre se sumó el genio creador y apostólico de Don Bosco que dio calor femenino a aquella casa. Acompañó y animó a su hijo en los difíciles comienzos del Oratorio y del trabajo con los muchachos que tocaban a la puerta de su casa.

Junto a Mamma Margherita estaba la madre de Michele Rúa, uno de los primeros salesianos y su primer sucesor.  También la madre del arzobispo Gastaldiy el padre de Domenico Savio. Un buen grupo de personas, que conocieron y amaron a Don Bosco, y le dieron a su obra un tono completamente diferente al de las demás instituciones de la época: una marca claramente perceptible con notable, como un "ambiente familiar". 

La implicación de los laicos está siempre presente en toda la vida de Don Bosco hasta el punto de imaginar una congregación mixta, formada por "consagrados y laicos juntos por la salvación de la juventud vulnerable ", para tener esta idea de congregación aprobada por la Santa Sede, pero la Iglesia de fines del siglo XIX no la aprobó, sino que invitó calurosamente a Don Bosco a desistir de su pensamiento, invitándolo a modificar las normas que se referían a esta presencia conjunta de consagrados y laicos.

Así, tras la aprobación de las constituciones de la Sociedad de San Francisco Sales y del instituto de las Hijas de María Auxiliadora, en mayo de 1876 la Santa Sede aprobó el Reglamento de los Salesianos Cooperadores. Proyecto de Vida Apostólica art. 4 51: La Asociación de los Salesianos Cooperadores es aprobada por la Sede Apostólica como asociación publica de fieles y participa del patrimonio espiritual de la Sociedad de San Francisco de Sales.  Los miembros colaboran activamente en su misión, en nombre de la Iglesia, bajo la autoridad del Rector Mayor, como Sucesor de Don Bosco, en espíritu de fidelidad a los Pastores y en colaboración con las demás fuerzas eclesiales".

Por lo tanto, una asociación principalmente de laicos “desconectados"   de la   congregación, pero

íntimamente "conectados" al patrimonio espiritual de la Sociedad de San Francisco de Sales.

Y el papel de los laicos como asociación está bien definido desde el principio.

Leemos en el prefacio del primer Reglamento de los Salesianos Cooperadores:

"iniciada la Obra de las Oratorios en 1841, pronto vinieron algunos sacerdotes y laicos piadosos y celosos para ayudar a cultivar la mies que, desde entonces, era abundante en la clase de jóvenes inseguros. Estos Colaboradores y Cooperadoras fueron en todo momento el sostén de las Obras Pías que la Divina Providencia puso en nuestras manos. Todos intentaron trabajar y ajustarse a la disciplina vigente ya las normas propuestas, pero todos exigían un Reglamento que sirviera de base y nexo para preservar la uniformidad y el espíritu de estas instituciones populares. Esperamos que este deseo ahora sea satisfecho con este folleto. No contiene Reglas para las Oratorios festivos ni para las casas de educación, ya que estas reglas se describen por separado, sino un vínculo con el que los católicos, que así lo deseen, pueden asociarse a los salesianos y trabajar con normas comunes y estables para que sean estables e invariable el fin y la práctica tradicional ... EI Señor Dios, rico en gracias y bendiciones, derrama copiosamente sus obras celestiales sobre todos los que prestan su trabajo a ganar almas para Jesús Salvador, haced bien a la frágil juventud, preparad buenos cristianos para la Iglesia, ciudadanos honestos para la sociedad civil, para que todos lleguen a ser un día afortunados habitantes del Cielo. Que así sea. Turín, 12 de julio de 1876"

Los Cooperadores con los Salesianos de Don Bosco y las Hijas de María Auxiliadora dan vida a lo que luego se llamar Familia Salesiana. Aunque la primera vez que se escucha este término es el 3 de abril de 1934, dos días después de la canonización de Don Bosco, cuando el Papa Pio XI, dirigiéndose a los peregrinos que acudían a Roma para la ocasión, afirma:

"Representáis a todos los que habéis dejado en los diversos lugares de donde venís, a toda la gran familia salesiana".

 

                IDENTIDAD  COMO LAICO EN LA IGLESIA 


Se podría decir que la intuición de Don Bosco de pedir ayuda a ayuda a muchos, incluidos los laicos, para llevar a cabo su obra de salvación de los jóvenes, se perpetúa incluso después de su muerte y, de manera casi profética, cobra nuevo ímpetu gracias precisamente a el Concilio Vaticano l, que introduce una nueva perspectiva respecto a los laicos.

Ya no exclusivamente destinatarios de la evangelización del clero, sino igualmente responsables, por tanto, corresponsables, con los presbíteros y con toda la iglesia, en la acción pastoral común, cada uno según sus características vocacionales específicas.

Esta renovación comenzó en 1961 con el advenimiento del Concilio Vaticano ll y aún continúa.

Por eso hoy la actitud sinodal a asumir en la Iglesia católica, con respecto a los laicos, es un importante momento de discernimiento sobre las múltiples cuestiones que preocupan al mundo interno ya la Iglesia misma en los inicios del siglo XXI.

Las novedades del Concilio se refieren a la liturgia al hacerla más cercana a la gente, solo pensar en las misas en los idiomas nacionales en lugar de la nueva forma de enseñar el catecismo, las estructuras de gobierno de la Iglesia pensadas al servicio de la Iglesia. en sí mismo y no coma ejercicio del poder, el ecumenismo  y por tanto la  conciencia  de la  necesidad  del  diálogo  interreligioso y,  por  último, pero  no menos  importante,  la reafirmación de la dignidad de los laicos.

La figura del laico que nos entrega el Concilio Vaticano II se perfila en:

Lumen Gentium [31]:

“Con el nombre de laicos se entiende aquí a todos los cristianos, con excepción de las miembros de la orden sagrada y del estado religioso sancionado por la Iglesia, es decir, los fieles que, después de haber sido incorporados a Cristo por el bautismo y constituido el pueblo de Dios y, en su medida, hechos participes del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, cumplen por su parte en la Iglesia y en el mundo, la misión propia de todo el pueblo cristiano”

La identidad del laico me parece clara, pero el término "laico" sigue siendo, aún hoy en algunas zonas, mal entendido, sobre todo por su base teológica y por su falta de correspondencia con la realidad pastoral.

Y de nuevo según la Exhortación Apostólica Christifideles Laici [n. 9], los laicos pertenecemos a la Iglesia, como somos Iglesia, lo que ya nos sitúa en una posición privilegiada.

Ser y pertenecer implica mucho más que ser simples oyentes recibiendo las instrucciones de los pastores o participando en alguna otra función.

Llama la atención que este n. 9 propone una descripción positiva de la vocación y misión de los fieles laicos, lo que demuestra el intento de superar una cierta comprensión negativa del concepto.

 

                                       CARISMA., VOCACIÓN., NATURALEZA LAICA

 

El laico es el hombre de los tres pertenecientes.

 

Pertenecer a Cristo.

No se es laico para un cargo particular en la parroquia, en el CEP o CE, o en un grupo de la Familia Salesiana. No es la función lo que nos hace laicos, sino que somos laicos porque en el origen de nuestra misión está la vocación.

Una vocación que nace del corazón de Dios. Es Dios quien, en el momento en que creó el mundo con su propia autonomía, pensó en la laicidad. Para que alguien en el mundo pudiera traer el mundo a Dios.

Por eso, hoy más que nunca, es necesario que los laicos retomen la propia vocación.

Membresía en la iglesia.

Porque la Iglesia posconciliar no es una Iglesia monopolista de unos pocos, de una casta privilegiada, sino que es una Iglesia comunitaria-comunión formada por carismas y ministerios y entre los carismas está el de los laicos.

Carisma significa don gratuito del Espíritu, me gusta definirlo como "el soplo del Espíritu Santo", para el bien de la comunidad. Los carismas continúan escribiendo la historia de la Iglesia y el carisma de los laicos juega un papel protagónico en esta historia.

Pensemos en nuestra experiencia directa cuando hablamos del carisma salesiano.

Al optar por pertenecer a la Familia Salesiana asumimos el compromiso de salvaguardar el carisma de Don Bosco continuando, con nuestro trabajo, escribiendo páginas de historia de la iglesia que hablen del Movimiento Salesiano.

Perteneciente al mundo.

EI mundo es donde estamos llamados, a trabajar, a cumplir la misión de todo el pueblo cristiano.

Pero, ¿qué me hace un laico? ¿En qué se basa mi laicismo? y, sobre todo, ¿soy consciente de que, como laico, estoy llamado a realizar una tarea especifica en la Iglesia?

Porque dedicar tu vida a vivir la misión en el mundo no es solo los sacerdotes o, como laico de la Familia Salesiana, no tengo que ser el monaguillo del director de turno o el caballero servidor del director, o, "delegar" responsabilidades a los delegados y delegadas que son propias de la naturaleza secular de la Asociación de los Salesianos Cooperadores.

La acción pastoral de los laicos no puede ni debe sustituir a la de los presbíteros, sino que la completa, no porque sea ineficaz o pobre en contenido, sino porque es expresión de otra especificidad vocacional en la iglesia que es la ministerial.

Mensaje de Juan Pablo ll para la XL Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones: 

"Cómo no leer en la historia del “Siervo Jesús” la historia de toda vocación, esa historia concebida por el Creador para cada ser humano, ¿historia que inevitablemente pasa por llamados a servir y culminando en el descubrimiento del nuevo nombre diseñado por Dios para cada uno? En este “nombre" coda uno puede captar su propia identidad, orientándose hacia una realización de sí mismo que lo hará libre y feliz”

Las vocaciones se complementan porque cada uno expresa a su manera la riqueza de su propia vida espiritual, deja respirar el Espíritu Santo para el bien de la Iglesia.

Es importante detenerse a comprender este aspecto para poder hablar de corresponsabilidad, de lo contrario seguiremos haciendo prevalecer la responsabilidad del rol sobre la corresponsabilidad en el servicio. Esto también se aplica a nuestros órganos de gobierno.

Así como hay una corresponsabilidad de los laicos, hay una corresponsabilidad de los presbíteros.

Es necesario que los laicos superen la pereza de vivir exclusivamente la especificidad de su propia tarea. Sólo viviendo en libertad su especifica vocación serán expresión del carisma recibido como don.  Y sobre todo harán uso de los tres grandes dones recibidos en el bautismo: el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo.

Estos tres dones no son medallas para ser puestas en el pecho y exhibidas en ceremonias solemnes o en las reuniones que tenemos. Cuestan un sacrificio porque cuando el Señor da dones requiere compromiso. No se dan, para competir, a los que son los mejores sino a los que mejor sirven al Señor en la vida cotidiana.

Otro rasgo característico del Laicado es su carácter laicado porque paradójicamente uno no es Laicado en la Parroquia, en el Oratorio, en los Centros, en las Uniones, sino fuera de estos lugares.

Por dentro es más fácil ser cristiano con los que ya comparten nuestra fe.

La dificultad está en el mundo.

 

El Laicado es el puesto de avanzada de la Iglesia para permitir que la Iglesia vaya donde probablemente nunca iría. La Iglesia, a través de los laicos, puede llegar a donde ya están los laicos.  El laico no debe ir al mundo porque ya vive en el mundo.

Lumen Gentium [31]: "EI carácter secular es propio y peculiar de los laicos. En efecto, los miembros de la sagrada orden, aunque a veces se dediquen a las cosas del siglo, incluso ejerciendo una profesión seglar, sin embargo, por su especial vocación están principalmente y propiamente destinados al sagrado ministerio, mientras que el religioso con su estado testimonia de manera espléndida y exalto que el mundo no puede ser transfigurado y ofrecido a Dios sin el espíritu de las Bienaventuranzas. Por su vocación es propio de los laicos buscar el reino de Dios ocupándose de las cosas temporales y ordenándolas según Dios.  Viven en el siglo, es decir, involucrados en todos los diferentes deberes y trabajos del mundo   y en las condiciones ordinarias de   la vida familiar y social, con las cuales su existencia está como entretejida. Allí son llamados por Dios a contribuir, casi desde dentro a modo de levadura, a la santificación del mundo ejerciendo su oficio bajo la guía del espíritu evangélico, y así manifestar a Cristo a los demos principalmente con el testimonio de su propia vida y con el esplendor de su fe, de su esperanza y de su caridad.  A ellos corresponde, pues, particularmente, iluminar y ordenar todas las cosas temporales a las que están íntimamente ligadas, para que se hagan y crezcan constantemente según Cristo y sean de alabanza al Creador y Redentor".

EI problema es que los laicos, a veces, se escapan del mundo y ven a la Iglesia como un refugio.  Se

atrincheran en sus propios grupos y cortan lazos con el mundo exterior.

Pero el laico, por vocación, no puede escapar del mundo, sino que debe conducirlo a Dios tratando con las cosas del mundo, de lo contrario el mundo se aleja de Dios.

Esas tres pertenencias mencionadas anteriormente no se pueden separar. El laicado no puede ignorar la pertenencia a la Iglesia y al mundo.

La vida de fe no puede separarse del trato con las cosas del siglo.

Desgraciadamente, todo esto tiene a menudo de fondo las dificultades que surgen de una Iglesia que, cerrada a la laicidad frente al mundo, se convierte en una Iglesia clerical, donde los laicos se definen sólo como "no clérigos".

Para una gran parte de la Iglesia, el "laico" es el especialista inexperto, ignorante.

Desgraciadamente esto ha generado una actitud, en algunos laicos, que en la práctica pastoral se sienten inferiores a los sacerdotes, al no poder competir y contribuir en las decisiones de los párrocos, directores y directoras para ofrecer su aporte específicos como laicos,

Más de medio siglo después  del Concilio Vaticano  ll, es necesario  renovarse,  este  es el llamado  del Papa Francisco.

 

 

Comunión, Participación, Misión: EJERCICIO DE SINODALIDAD

 

Como Salesianos Cooperadores para dar nuestro aporte a este proceso sinodal por una iglesia diferente, podríamos hacer este ejercicio de Sinodalidad asumiendo estos compromisos en nuestros. Centros Locales, para que nuestra Asociación también sea diferente.

 

1.    Conocerse y reconocerse como   hermanos, posiblemente por su nombre, conocer circunstancias personales, etc. No quedarme en "su cara me suena familiar; solo de vista." Saber a quién tenemos, quién está~ afuera, al margen, para invitarlos, siempre respetando su libertad.

 

2.    Escucha: Debe ser el primer paso, un paso que requiere mente y corazón abiertos, sin prejuicios; escuchar a todos, ancianos, jóvenes, niños, mujeres, minorías, descartados y excluidos.  Escuchar también el contexto social y cultural en el que vivimos.

 

3.   Toma la palabra: Todos podemos hablar   con valentía, integrando la libertad, la verdad y el amor, buscando una comunicación que no sea sólo formal, para causar buena impresión o porque hay algo que decir, sino cordial. Vea también cómo funciona nuestra relación con las redes sociales, con todo lo posible, no solo con los católicos.

 

4.    Celebrar: Caminar juntos es posible si, además de escucharnos, escuchamos juntos la Palabra de Dios y celebramos la Eucaristía y otras celebraciones. Tenemos que participar en él, no solo de forma pasiva sino ayudando activamente.  Estas celebraciones pueden y deben tener su extensión en el afecto fraterno donde se comparten los frutos de la tierra y del trabajo de los hombres y de la palabra.

 

5.    Corresponsables en la misión:  La sinodalidad, ser comunidad cristiana, ser Familia Salesiana, no es algo que se acaba en nosotros, sino que está al servicio de la misión para hacer presente el Reino de Dios, la Buena Noticia de Jesús. de la comunidad de grupos de la Familia Salesiana en las realidades que vivimos, que están comprometidos en un servicio a la sociedad, social y políticamente considerado, o en la enseñanza, en la cultura, en la promoción de la justicia, en la promoción de la dignidad y derechos y en el cuidado de la casa común, es decir, de la naturaleza y la creación.

 

6.    Diálogo en la Iglesia y en la sociedad. Necesitamos repensar los lugares y formas de diálogo en nuestra diócesis, en las parroquias y comunidades de vida consagrada, en los territorios, colaborar con los de las iglesias vecinas, con los movimientos, viejos y nuevos, con las instituciones, con otros creyentes, con los no- creyentes, con los pobres y los marginados. Es inimaginable que un Centro Local o Provincial no tenga relaciones   con las diócesis.  Necesitamos saber cómo lidiar con las diferencias, los conflictos y las dificultades. Tenemos que ver qué podemos aprender del mundo de la política, la economía, la cultura, los pobres ...

 

7.    Diálogo con otras confesiones cristianas, si es posible.  Nos une un solo Bautismo, el mismo Señor. Necesitamos fortalecer nuestras relaciones, caminar juntos, sabiendo que no todas las montañas son fáciles de escalar, que hay dificultades.

 

8.    Autoridad y participación.  La Iglesia sinodal debe ser una Iglesia participativa y corresponsable. autoridad, en sus diversas formas, comenzando por el obispo y continuando por los presbíteros, diáconos y demás funcionarios, debe estar al servicio de todos, ni propietarios ni señores. Y debemos examinar su funcionamiento y los diversos órganos que canalizan la corresponsabilidad -pastoral, presbiteral, parroquial, consejos zonales, etc.-, analizando su eficacia. Para nuestros órganos de gobierno es necesaria, diría casi urgente, una formación de los lideres. Fortalecer el ejercicio de la responsabilidad, no coma facultad, sino como servicio colegiado.

 

9.  Discernir y decidir: un paso en el camino sinodal es discernir y decidir a partir del consenso que surge de la común apertura y obediencia al Espíritu. Tenemos que ver qué sistema usamos para el consentimiento, qué método usamos para la consulta en la fase deliberativa del proceso de toma de decisiones y ver si se puede mejorar y todo dentro de una decisión de transparencia y rendición de cuentas. Recuperar la sabiduría del tiempo para discernir.  No con la prisa del resultado sino con la lógica evangélica del sembrador que siembra la semilla y espera que la tierra fructifique en invierno.

 

11. Formarse en la sinodalidad:  Tenemos que entrenar poco a poco. No estamos  acostumbrados pero tenemos que empezar a  caminar juntas; Todos lo necesitamos,  pero especialmente los  que ocupan puestos de responsabilidad.

Don Bosco nos quería: "Consagrados y laicos juntos por la salvación de la juventud vulnerable". Ánimo tenemos un ADN sinodal.

 

 


                                               COORDINADOR MUNDIAL,  ANTONIO BOCCIA




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