La
Comisión Teológica Internacional el 2 de marzo de 2018, aclara que, con un
significado especifico, desde los SIGLOS I y II se les designa con la palabra
Sínodo, a las Asambleas eclesiásticas convocadas a varios niveles, para
discernir a la luz de la Palabra de Dios y en la escucha del Espíritu Santo,
cuestiones doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales que surgen
gradualmente. (Sinodalidad en la vida y
misión de la Iglesia, n° 4).
Así
pues, la Sinodalidad es una categoría bíblica, y se relaciona con el hecho de
caminar juntos, de hacer cosas juntos, y expresa la proximidad física y de
intenciones de quienes se acompañan en el camino.
Llegados
a este punto nos preguntamos: ¿Existe una base bíblica para la sinodalidad como
expresión de la acción eclesial? ¿Podemos encontrar páginas en la Biblia en las
que los creyentes se reúnan y se cuestionen el sentido del viaje, como pueblo
reunido por el Señor? La respuesta a las preguntas nos parece positiva.
En
las reflexiones que vamos a ofrecer, nos detendremos en la naturaleza de dichos
encuentros, en los actores implicados y en las dinámicas que marcan los viajes
sinodales.
Partiendo
de la constatación de que no puede haber sinodalidad sin un auténtico ejercicio
de responsabilidad, leeremos algunos relatos del Antiguo y del Nuevo Testamento
y plantearemos las cuestiones críticas de un liderazgo que, encerrado en la búsqueda
egoísta de sus propios intereses, es incapaz de construir caminos de reparto
del poder.
A
la escucha de San Pablo: A continuación, nos centraremos en la autoridad
compartida y en la superación de conflictos. Escuchando a San Pablo nos
preguntaremos por las dinámicas y procesos positivos que pueden desencadenarse
para superar las divisiones en la comunidad.
Liderazgo
sinodalidad: Aspectos Críticos: Hablar de sinodalidad es hablar de liderazgo,
porque no hay camino sinodal si no hay lideres que promuevan el sentido de la
responsabilidad en la comunidad, y que animen a los implicados en la formación estimulando
sus caminos de crecimiento.
Comenzamos
con una definición de líder que tomamos prestada de la sociología y que
exploraremos en este encuentro, tomada del Nuevo Diccionario de Sociología 1987
(pg. 1109). "Es el que, en el curso
de su pertenencia a la vida de un organismo
social,
influye en otros miembros y, en general, en las actividades que el organismo
realiza o lleva a cabo"
La
Biblia parece tener una cierta resistencia al liderazgo con un solo hombre al
mando, y a la concentración de poder en manos de un "líder", al tiempo
que subraya la importancia de pertenecer a la comunidad (cuerpo social).
En
el plan de Dios, el viaje, es decir, las actividades que el cuerpo realiza, se
hacen juntos, compartiendo el camino con los hermanos y hermanas que él ha
elegido.
EI
AT ofrece valiosas indicaciones a este respecto, destacando éxitos y
debilidades y mostrando los procesos personales y comunitarios a través de los
cuales Israel está llamado a convertirse en el pueblo de Dios, fiel a su
Voluntad.
La
Escritura conoce los deslices de los hombres de la providencia, que pretenden
ser intérpretes del bien del pueblo. Estos deslices resultan ser verdaderos
atentados contra la comunidad, y son estigmatizadas como iniciativas inadecuadas
y peligrosas, porque expresan esencialmente la sed de poder y la autosatisfacción
personal.
Nos encontramos en la época del gobierno de los jueces en Israel (alrededor del siglo Xll a.C.), son figuras carismáticas y militares que aseguran cierta estabilidad política al pueblo.
Entre los jueces se destaca Gedeón, que dirigió a Israel durante 40 años aseguran
do la paz, lo que le valió ser "candidatizado para la monarquía". Los israelitas, de hecho, le pidieron oficialmente que asumiera todo el poder debido a sus éxitos militares:
«Los
israelitas le dijeron a Gedeón: gobierna tú, tu hijo y el hijo de tu hijo,
porque nos han salvado de la mano de Madián»
Pero
Gedeón respondió: "No te gobernaré ni te gobernará mi hijo: EI Señor te
gobernará”. (Jc 8,22-23). Sabiamente rechaza la realeza, porque sólo Yhwh es el
gobernante de Israel.
A
su muerte, Abimelec, uno de sus 70 hijos, intentó un golpe de estado y trató de
ser elegido monarca. Abimelec mata a todos sus hermanos y busca el favor de los
notables de Siquem y todo Bet Millo se reunió y fue a proclamar rey a Abimelec
(Gdc 9,6)
Todo
parece ir según el plan hasta que Joatán, el hijo menor de Gedeón, aparece e interrumpe
la ceremonia de un golpe. Se convierte
en el narrador de una pequeña historia que parece inofensiva y trivial, pero
que al final se revela como el oráculo de una maldición, (Jc 7,9-15) Ni el olivo, ni la higuera, ni la vid están dispuestos a asumir la
responsabilidad del gobierno, pero tendrían buenos frutos que ofrecer.
El único que acepta la tarea es el zarzal: accede a la petición porque
no tiene nada que perder, al no tener que ofrecer frutos sino sólo espinas.
Se
advierte a los siquemitas que el zarzo (Abimelec) no tiene planes de paz sino
de violencia. De hecho, el final del noveno capítulo del libro de los Jueces
cuenta cómo, tras una luna de miel de tres años, los siquemitas se rebelan
contra Abimelec e intentan matarlo.
Reacciona con su ejército a los levantamientos que se multiplican en el país, pero la historia termina en tragedia porque a pesar de su poderío militar, el déspota sucumbe ignominiosamente (a manos de una mujer: Jc 9,53-54).
¿Cuál
es la lección que podemos aprender de estos trágicos acontecimientos? Hay hombres que ejercen el liderazgo para sí
mismos, que no se interesan por el bien del pueblo y que imponen su voluntad
para la fuerza. Dios no quiere esto, y
tarde o temprano, hace que el sistema se derrumbe sobre sí mismo.
Abimelec
había previsto la eficacia de un gobierno confiado a un (único dirigente,
porque si hay UNO en el poder, las decisiones son más ágiles y los asuntos públicos
se pueden gestionar mejor.
El
plan de Dios seguirá favoreciendo el camino de la forma política expresada en
los Jueces: Después de Abimelec, se levantó Tola para salvar a Israel... después
de él surgió lair, el Galaadita, que fue juez durante 22 años.
EI
Dios de Israel no avalará la institución monárquica hasta la época de Saúl, e
incluso cuando de un rey, seguirá advirtiendo contra los abusos de poder y
contra las leyes que impondrá.
Al
golpe de Abimelec podríamos incluso reconocerle un mínimo de reparto de poder
personal con los notables de Sichem que le dieron su apoyo. Pero este ejercicio
de pseudosinodalidad nace de la violencia, se mueve por intereses partidistas,
se basa en el miedo y sobre todo no está inspirado por Dios.
Si
los lideres de la comunidad están totalmente atrapados en un movimiento
autorreferencial y egoísta centrado en el bienestar personal inmediato, la
palabra de Dios ofrece un proyecto de largo alcance y a largo plazo que tiene
un propósito educativo: la recuperación de la vocación de un pueblo elegido -un
pueblo en estado de sinodalidad- llamado a la recuperación de sus miembros
removidos por un mal liderazgo.
Intereses
persona/es, Sed de poder, Alianzas de conveniencia, Deseo de destacarse y de
tener visibilidad, estos son los rasgos del ejercicio del poder en el que la voluntad
de servir al pueblo de Dios está totalmente ausente. Este liderazgo genera confusión,
desconcierto y pérdida de identidad en la comunidad, y resulta ser una verdadera
plaga social y religiosa.
No
sólo falta la más mínima iniciativa sinodal en la actuación de los dirigentes
(es decir, compartir la responsabilidad, cuidar el bien común, atender las necesidades
del pueblo), sino que su incapacidad arrastra al pueblo a la vorágine del
desorden y el desconcierto.
Aunque
el irrefrenable instinto de autarquía y auto-referencialidad marca muchas páginas
de la Biblia, hay numerosos ejemplos positivos de lideres que caminan con sus
comunidades, trabajando responsablemente por el bien de aquellos a los que son
enviados. La Sagrada Escritura conoce
caminos formativos y virtuosos que hacen posible un camino sinodal. Están, por ejemplo, José y Moisés, pero por
cuestión de tiempo nos acercaremos solamente a la figura de Pablo y sus
opciones pastorales. Nuestra mirada estará atenta a potenciar lo positivo
inherente a toda experiencia de liderazgo y responsabilidad, y se centrará en
los procesos de superación de conflictos que involucran a individuos y comunidades
que se esfuerzan por avanzar en la dirección
de una auténtica sinodalidad.
Pablo
y sus opciones pastorales
El
apóstol Pablo es una de las personalidades más ricas e interesantes del NT. Un carácter
decidido y la valentía de afrontar los problemas de frente marcan los rasgos de
un verdadero líder Su misión, sin embargo, requiere gran cuidado, delicadeza y
prudencia, porque está en juego el bien supremo de la comunión eclesial.
En
los dos pasajes que estamos analizando -
Pablo ofreciendo un sacrificio en el
templo de Jerusalén y el desacuerdo con Bernabé en Antioquia- el apóstol
demuestra que sabe modular hábilmente las opciones pastorales, sin rigidez dogmática
y sin excesiva hostilidad de carácter.
Empecemos
leyendo los Hechos de los Apóstoles 21,
18-24 se trata de que Pablo vuelve a Jerusalén y es invitado por Santiago y los ancianos a ofrecer un
sacrificio en el templo.
Dos
notas: La primera concierne directamente
a Pablo, que, aunque es consciente de la relatividad de la inmolación de un
animal en relación con el sacrificio de Cristo, seguirá el consejo prudencial
de líder de la comunidad de Jerusalén. Se adapta a esta práctica para salvar la
comunión... No se trata de retractarse de las propias convicciones, sino de
leer los contextos, hacer un sabio discernimiento sobre la opción más adecuada
y, sin perjuicio del corazón del Evangelio, RESPETAR LOS TIEMPOS DE LA
FRATERNIDAD.
La
segunda anotación proviene de la indicación de los sacrificios y se refiere a
la asistencia al Templo por parte de los judeocristianos. Aunque todo el
andamiaje sacrificial ya no tiene sentido, puesto que el (único y perfecto
sacrificio es el de Cristo en la cruz, los miembros de la iglesia madre de Jerusalén
siguen cultivando estas prácticas, evidentemente muy arraigadas en la
experiencia de la comunidad.
Pablo
se somete a una costumbre que considera OBSOLETA y lo hace para salvar la
comunión y la reputación, y no para alimentar las "malas lenguas" y
las disensiones internas de la iglesia de Jerusalén.
Esta
página bíblica revela, un profundo significado pastoral. Si a los ojos de los
creyentes puros y duros puede parecer una incoherencia obvia con la novedad
cristiana, en comparación con respecto al judaísmo, en la consideración de los
pastores de Jerusalén es apropiado continuar en este camino prudencial, porque
la iglesia local todavía lo necesita.
Desde
el punto de vista pastoral todavía hay un camino a seguir y por eso puede haber
espacio para una cierta tolerancia hacia las practicas secundarias que no
afectan a los fundamentos de la fe. De hecho, Pablo, inspirado por la prudencia
pastoral, hizo circuncidar a Timoteo (Hechos 16:3); él mismo había practicado
el voto de nazireato (Hechos 18:18), confirmando un comportamiento religioso
que conservaba ciertas prácticas consideradas no discordantes con el
cristianismo.
Entre
los episodios significativos en el camino hacia la sinodalidad y los procesos
que la hacen posible se encuentra el desacuerdo entre Pablo y Bernabé sobre los
colaboradores pastorales.
El
contexto es el de la conclusión del concilio de Jerusalén, inmediatamente
después que Pablo, Bernabé, Judas y Silas fueran enviados a Antioquia para
entregar la misiva a la comunidad.
El
texto dice: Después de unos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a
los hermanos en todas las ciudades donde hemos proclamado la palabra del Señor,
para ver como están. Bernabé también quería
llevar a Juan, llamado Marcos, con ellos, pero Pablo consideró que no se debía
llevar a quien se había alejado de ellos, a Panfilia, y no había querido
participar en su trabajo. El desacuerdo
fue tal que se separaron el uno del otro. Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó
hacia Chipre. Pablo, en cambio, eligió a Silas y se fue...
De
hecho, en At 13,13 leemos que en Perge, Panfilia, Juan Marcos abandonó el grupo
y volvió a Jerusalén, una deserción que no gustó nada a Pablo.
No
sabemos realmente las razones por las que Bernabé eligió, precisamente, a Juan
y lo prefirió. Seguramente no se trata de un conflicto de principios, sino de una
preferencia personal. Tal vez considere
que es más adecuado para la misión, o simplemente haya disfrutado de la colaboración
anterior y por eso lo elige de nuevo. También podemos hipotizar motivos de simpatía
hacia un compañero de trabajo al que le unen lazos de proximidad (recordemos
que es su primo - Col 4, 10). 0,
finalmente, Bernabé quiere dar otra oportunidad tras el decepcionante comienzo
de su labor pastoral.
De
hecho, el tono de la discusión es muy fuerte, hasta el punto de que se separan.
Lucas
muestra así que hay espacio para el disenso y la preferencia personal en la iglesia, también porque se trata
de un conflicto sobre opciones menores que no invalida lo esencial del evangelio.
Podemos
concluir diciendo que los desacuerdos, por un lado, no representan siempre una
TRAGEDIA, porque no implican automáticamente la ralentización de la misión: al
contrario, ésta camina con doble velocidad tras la separación de los apóstoles,
ya que se confía a dos grupos.
PERO,
por otro lado, esto demuestra lo importante que es el entendimiento pastoral
entre los misioneros y el hecho de compartir
una
visión común, ya que de ello se derivan colaboraciones fructíferas y nuevas
posibilidades de evangelización
Hay
caminos virtuosos que generan lideres maduros libres de las obsesiones
narcisistas que agitan las mentes de los pastores irresponsables (como se
muestra en los ejemplos presentados).
Paternidad/maternidad,
filiación y fraternidad son las tres áreas en las que hay que trabajar para
alcanzar la madurez humana, que es ciertamente un objetivo a largo plazo, pero
que requiere la decisión inmediata de emprender un camino de formación. Este
camino implica trabajo duro, un gran compromiso, una perseverancia
inquebrantable, la capacidad de cuestionarse continuamente y, sobre todo, la
voluntad de escuchar.
Y
es precisamente la escucha, la actitud que marca el discriminante entre un líder
afectivamente connotado y centrado en la tarea y uno en las garras de sus
conflictos no resueltos.
1. Requiere, en primer lugar, la escucha de
la Palabra de Dios, porque si falta esta disposición habitual, se pierde el
sentido de la propia vocación.
2. Pero también se les pide que escuchen a las
personas que se les ha confiado, porque los hermanos (otros SSCC, jóvenes o
personas con las que viven la misión) representan el sentido ultimo de su vocación
(ser responsables de la comunidad) Liderazgo y sinodalidad
No favorece la sinodalidad: Dureza de corazón: rasgo distintivo de la terquedad de quienes siguen exclusivamente sus propias ideas (cf sal 81,13-14)
Promueve
la sinodalidad: La mansedumbre y la misericordia: Están en el alma de quien
pretende gobernar con sabiduría, se esfuerza por combinar la firmeza del pastor
y la mansedumbre del cordero, y rechaza una moral estricta y legalista.
No
favorece la sinodalidad: Un Líder marcado por un oído insensible y un deseo
egoísta de afirmación
Fomenta la sinodalidad: Un líder que se involucra en las necesidades de los demás, escucha con empatía y sabe entrar en una sinergia emocional equilibrada.
No es frio ni distante y se convierte en prójimo de la comunidad que acompaña, mostrando preocupación pastoral de Dios a través de su capacidad de cuidar y acompañar.
La sinodalidad se abre paso, por tanto, cuando encuentra personalidades equilibradas que guían sabiamente la comunidad y que saben favorecer la maduración humana y religiosa de la comunidad que se les confía.
Una
región (provincia, centro...) dirigida por un líder autoritario y centralizador
no va muy lejos. Esta es la lección que podemos extraer de las experiencias bíblicas
de fracaso antes mencionadas
No
hace sinodalidad: Concentración de la autoridad y la responsabilidad: que
hace que todo coincida con el individuo (yo), no llama a la corresponsabilidad
a toda la Región, Provincia o Centro, y no genera un estado de conversión
misionera continua.
Presenta una insuficiente valoración de los dones de los demás; escasa valoración de la contribución especifica y cualificada de sus hermanos
Fomenta
la sinodalidad: Se sitúa en la línea del compartir, genera caminos de fe adulta
y de humanidad plenamente realizada, procede constantemente guiado por el soplo
del Espíritu, desencadenando procesos de maduración humana y espiritual. Podemos
decir que cuando la comunidad SSCC se olvida de anunciar a Cristo con su vida, pierde
su libertad y vocación, cayendo en la peligrosa trampa del narcisismo autorreferencial:
se proclama a sí misma y a sus necesidades, generando una estructura de poder
llamada clericalismo.
Quien
ejerce el liderazgo, camina con la Región, la Provincia o el Centro; al lado de
las personas que le han sido confiadas, y detrás de ellas. A veces el líder se situará al frente para
mostrar el camino y apoyar la esperanza del grupo; otras veces simplemente se
situará en medio de todos con una cercanía sencilla y misericordiosa, y en
algunas circunstancias tendrá que caminar detrás del grupo para ayudar a los
que se han quedado atrás, y sobre todo porque la comunidad tiene su propio
olfato para identificar nuevos caminos.
Liderazgo de comunión y participación
Liderazgo
para una iglesia de comunión y participación, por tanto, para una iglesia que
camina teniendo en cuenta lo que cuenta sin olvidar a los que tienen un ritmo más
lento, porque lo importante es no caminar solo, contar siempre con los hermanos
en un discernimiento espiritual sabio y realista.
1
. Desencadenar procesos en lugar de
preservar espacios
Procesos
desencadenantes... y abiertos al realismo que impone la realidad. Es una invitación a asumir la tensión entre
la plenitud y el límite, priorizando el tiempo. Priorizar el espacio lleva a
volverse loco por resolver todo en el momento presente, a intentar tomar posesión
de todos los espacios de poder y autoafirmación. Significa cristalizar los procesos y
pretender detenerlos.
Priorizar
el tiempo significa ocuparse de los procesos de iniciación, es decir, ocuparse
de los contextos que aún están en evolución.
2.
Las iglesias del siglo l están impregnadas de una fuerte vivacidad y animadas
por una gran creatividad, se dejan interpelar por las necesidades de los
creyentes, toman decisiones midiéndose con las mujeres y los hombres que encuentran en el camino.
La flexibilidad pastoral permite captar la relatividad de ciertos comportamientos, que solo a la larga revelarán su peso específico con respecto a la salvación (por ejemplo, la circuncisión, la presentación de sacrificios en el templo, no comer ciertos tipos de carne, las abluciones...).
3. Sin ansiedad y mediante el liderazgo activo de los creyentes, el Espíritu hace avanzar la historia y toma las decisiones correctas. Son precisamente estas opciones las que no generan respuestas apresuradas y torpes, sino auténticos caminos de maduración que llevan a la plenitud de la vida personal y comunitaria.
El tiempo y el Espíritu muestran razones que el activismo frenético no permite vislumbrar.
Como
en la parábola del trigo y la cizaña, solo al final el bien se muestra con su
propio vigor (Mt 13,24-30). Anticiparse a la operación de limpieza no solo
conlleva el riesgo de desarraigar la planta buena con la cizaña, sino que también
supone el des potenciamiento de la buena, que no ha tenido tiempo y oportunidad
de fortalecerse y recuperar el espacio ocupado por el "Enemigo" y su
cizaia (Mt 13,25)
Liderazgo
y formación: NO TODO ... NO DE INMEDIATO
Encuentro
una estrecha relación entre la "formación" y la jerarquía de las
verdades, según la cual algunas verdades son más importantes que otras, aunque
todas procedan de la única fuente divina.
1.
Aplicado a la formación, podemos decir
que es perfectible en tanto que camina con los pies de sus SSCC y conoce una evolución.
En el caso de la fe, nos encontramos con SSCC que tienen una fe inicial
incompleta, parcial. Hay lugar para una fe imperfecta, en la que el SC ha captado
el valor salvífico del encuentro con Cristo, pero no ha captado todavía todos
los artículos del Credo. En los Hechos de los Apóstoles, Lucas no se preocupa
demasiado por la ortodoxia de la fe (es el caso de Apolos, que puede enseñar
con éxito en la sinagoga de Éfeso, aunque tenga un conocimiento parcial del
Evangelio. Lo que se aprecia no es tanto la integridad del depósito de la fe,
sino los motivos genuinos y la pasión con que se sirve la Palabra).
2. En la Escritura, el imperativo ético sigue
al indicativo del anuncio: primero se escucha y luego se elige, no al revés.
3. Pero el imperativo ético (conviértete) no
debe invertirse con el indicativo kerigmático (Cristo murió y resucitó por ti).
Santo Tomas de Aquino dice que en el mensaje moral que ofrece la Iglesia hay
una jerarquía en las virtudes y los actos que proceden de ella. La mayor
virtud, la que hace a los hombres como Dios, es la misericordia. Dice que una
virtud es tanto mejor cuanto más se asemeja a Dios, pero esto se logra
especialmente con la misericordia, y su misericordia (dice la Escritura) se
extiende sobre todas las criaturas (Sal 144,9)
El
corazón de la misericordia es dar a los demás y levantar las miserias de los
otros, un rasgo que es propio de Dios. La dimensión dinámica y progresiva de la
formación (y, por tanto, de la fe) afecta también al aspecto moral.
Características
que deben animar el diálogo formativo con los que están en camino (fe,
moral...): el primer aspecto que surge es la cuestión del lenguaje, aspecto de
importancia fundamental en la búsqueda de la comunión entre los SSCC, puede
haber una formación o proclamación correcta en términos de ortodoxia, pero incomprensible
para el oyente por la incapacidad del receptor de captar el sentido de las fórmulas.
El
segundo aspecto se refiere a la relación entre las verdades, ya que la
exactitud dogmática por sí sola no es suficiente: es necesario proporcionar la
oferta al receptor, interceptando sus caminos de fe/formación y hablando un
lenguaje comprensible.
1.
El Papa Francisco en los # 36-37 de
Evangelii gaudium, ofrece algunos criterios para concretar la importancia del
principio de la jerarquía de las verdades. En primer lugar, es necesario
simplificar el mensaje, donde simplificar no significa recortar, sino ofrecer
lo esencial, es decir, el anuncio del evangelio/formación debe captar el núcleo
y no perderse en aspectos secundarios que, fuera de su contexto, pueden resultar
incompletos, carentes de un fundamento sólido y ofuscar su belleza.
2. Proporcionalidad: por ejemplo, si en un
Centro a lo largo de un afio se habla 1 0 veces de las cuotas de los socios o
temas similares, y solo dos o tres veces de la identidad y el carisma, se
produce una desproporción, de manera que lo que se oscurece son precisamente
los temas que deberían estar presentes en la formación. Un desequilibrio similar ocurre cuando se
habla más del pecado que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, o
se habla más del Papa que de la Palabra de Dios.
3. Organicidad: la jerarquía de las verdades no consiste en
la omisión de una verdad: el oscurecimiento
de una dimensión formativa tiene consecuencias negativas sobre todas las demás,
ya que se iluminan y apoyan mutuamente.
La
moral católica no consiste en un camino de auto perfección; no es una ideología,
ni una mera práctica filantrópica. Surge de una relación vital con Cristo y sólo
encuentra sentido si respira profundamente la "fragancia del Evangelio”. (n.39)
Cuando Jesús da el mandato misionero a los discípulos, dice: "Mientras vais de camino, id y predicad, diciendo que el Reino de los Cielos está cerca”. La sinodalidad no se decide en la mesa, ni se da permaneciendo dentro del perímetro de la comunidad.
La
sinodalidad es dinámica y sólo se ofrece cuando se encuentra a las personas
concretas a las que se envía y se las escucha, cuando se impacta con su
historia a menudo marcada por la fragilidad y el cansancio de la vida cotidiana
La
sinodalidad tiene lugar en el discernimiento porque no todo está planificado,
incluso la iniciativa que no estaba originalmente "en la agenda"
puede ser inspirada por Dios y colocada dentro de un plan más amplio, lo que
requiere un sano discernimiento comunitario: surge de una profunda libertad
interior, una cuidadosa lectura de los signos de los tiempos, junto con la
oración, la reflexión y el estudio necesario para escuchar la voz del Espíritu.
Digamos una palabra sobre el discernimiento. El discernimiento nace y se desarrolla en el diálogo sincero, sereno y objetivo con los hermanos; en la atención a las experiencias y problemas reales de cada situación; en el intercambio de dones y e n la convergencia de todas las energías con vistas a la construcción del Cuerpo de Cristo y al anuncio del Evangelio a los jóvenes y personas vulnerables.
Volvamos
al argumento final: "Mientras vamos de camino” exige un recorrido
inclusivo porque las personas que están en el camino son diversas en términos
de origen social, cultura, género, estado civil, origen geográfico. Recordemos
que Pedro y los demás apóstoles realizan trabajos manuales y tienen una escasa
formación, Pablo es un judío culto, totalmente dedicado a la predicación, Apolo
tiene a sus espaldas una sólida formación recibida en Alejandría; Lidia tiene
una buena posición económica; Priscila y Aquila viven en Roma y parecen
disfrutar de una buena condición económica.
En
cambio, la centralización del poder (=clericalismo) genera una comunidad
elitista que es, por definición, electiva y no vocacional, antisinodal al
seguir un movimiento exclusive y no inclusivo.
Cuando
un dirigente adopta actitudes "clericales" y, por tanto,
antisinodales, boicotea la escucha del otro; se absolutiza a si mismo y a sus
propias convicciones, como si fueran las únicas razones para tener el sello de
la legitimidad.
«Mientras
vamos de camino», Requiere ofrecer soporte, porque no todos los miembros de la
comunidad maduran de la misma manera, requiere acompañar los propios pasos con
los de los demás, una actitud que es agotadora de cultivar por las diferentes
velocidades.
A
menudo los conflictos en las Regiones, o en las Provincias y Centros, surgen de
la dificultad de saber aceptar la lentitud de los demás, y de la presunción de
pensar que uno puede hacerlo mejor y más rápido por sí mismo. AI SC (y al
cristiano) se le exige el espíritu de tolerancia, que es una modulación del espíritu
de caridad. La capacidad de soportar, permite que uno apoye (=cargue) al otro según
el dictado paulino: "soportándose mutuamente en el amor, cuidando la unidad
del espíritu mediante el vínculo de la paz (Ef. 4:1-3)
«Mientras
vamos de camino», presupone humildad que propicia la obediencia de todos a la
voluntad de Dios. Hay dos tentaciones que minan la comunión: el espíritu de
partidismo y la vanagloria. La actitud
que hay que tener en cambio es la humildad: tanto considerar a los demás
superiores a uno mismo como anteponer el bien y el interés común.
La
sinodalidad visible hace concreto y palpable el estilo de los creyentes, convirtiéndose
ella misma en la primera forma por la que pasa el anuncio del Evangelio, y será
sin duda la forma más convincente de hacer pastoral vocacional para que los
nuevos miembros se sientan atraídos y deseosos de formar parte de la Asociación
SSCC.
¡Gracias!











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